La radio en verano suele servir de laboratorio para próximos programas, aunque no es el caso que nos ocupa. Se trata de una propuesta a modo de versión veraniega del programa que se emitió durante la temporada regular, sin visos de continuidad.
Ellos mismos nos lo recuerdan en algún momento de manera directa, o con guiños que apuntan sin nombrarla a Isabel Gemio, y su vuelta a la radio en septiembre.
Hablamos de la versión estival del programa “Podría ser peor”, del 21 de julio, presentado por David Asensio Fernández. Un título que ya avisa: esto no es un programa serio, ni lo pretende. Es un late show que mezcla humor, actualidad ligera, improvisación y participación de los oyentes. Todo ello envuelto en un tono de “vamos a pasar un buen rato, que ya bastante tenemos”.
Un estilo natural, a veces incluso demasiado
David Asensio abre con un “Hola, ¿qué tal? ¿Cómo estáis?” y arranca directamente hablando del verano como concepto, en todas sus versiones: el astronómico, el meteorológico y el “radiofónico”. Es esa mezcla entre lo personal y lo cotidiano la que da vida al programa.
“¿Qué marca el inicio del verano? Pues yo, resulta que hoy, 21 de julio, he hecho el decimocuarto gazpacho del verano…”
Su forma de hablar es directa, algo desordenada a veces, pero cercana. No hay miedo a los tropiezos ni a la broma que no cuaja. Lo mismo se nota con los colaboradores, como Alejo Paredes, Carolina del Pino, Manu Martín o la productora Carol Piqué, que entran y salen de la conversación con naturalidad, sin esa rigidez de otros espacios donde cada intervención parece ensayada.
A ratos el ritmo se acelera tanto que parece que se pisan, pero ahí está parte del encanto: es un programa coral, casi como si se metiera un micro en medio de un grupo de amigos que tienen acceso a un estudio de radio. Sin embargo, en la segunda hora el espacio adquiere una estructura más clásica, como las entrevistas, en este caso a Carlos Hipólito, o sesiones clásicas de un magazine, como la musical en la edición de los lunes.
Estructura que se disuelve en la charla
“Podría ser peor” tiene secciones reconocibles, pero no están claramente separadas. Se pasa de una llamada de oyente a una reflexión sobre producción. A algunos esto puede parecerles poco claro, no obstante para el oyente habitual todo se vuelve parte del código del programa.
Una de las secciones más divertidas es la participación telefónica “¿Dónde veraneas?”, donde los oyentes llaman para dar pistas sobre su lugar de vacaciones. Funciona bien porque mezcla juego y participación real, con premios incluidos.
“Cada semana, vosotros, los oyentes, seréis los protagonistas”. ¿Cómo? Descolgando el teléfono para jugar a ‘¿Dónde veraneas?’
También destacan momentos donde lo cotidiano toma protagonismo. Como la sección en la que Carol, la productora, se sincera sobre su trabajo. Una especie de monólogo confesional sobre lo que implica producir un programa en directo: agobios, llamadas, conflictos, agendas caóticas y discusiones inevitables. Todo contado con humor y algo de terapia compartida.
“Ser productora es un trabajo muy sacrificado.” Es el trabajo en las sombras... Tu agenda será tu tercer brazo.”
Este tipo de contenidos no son habituales en la radio: no son secciones como tales, pero aportan autenticidad al programa.
Temas que se prestan al humor, pero con una vuelta
Aunque el espacio se define como de entretenimiento, hay ciertos asuntos donde aflora algo más. Por ejemplo, una sección sobre apps de ligue, que en principio parece hecha para sacar chistes fáciles, acaba tocando (sin ponerse intensos) aspectos emocionales reconocibles para muchos oyentes.
“Me han hecho ghosting. Empiezas a hablar con alguien y de repente… ¡plaf! desaparece, y tú, a terapia.”
Aquí el tono se mantiene ligero, pero no superficial. Se habla de tácticas de manipulación emocional como el “breadcrumbing”, o tendencias como el “zombieing” y demás modas, con un lenguaje que mezcla ironía y cierta experiencia personal. Se ríen, pero no de la gente, sino de las situaciones. Lo cual se agradece.
Producción sencilla, pero efectiva
No hay grandes alardes sonoros ni efectos rimbombantes. La ambientación sonora es simple, no obstante bien integrada: músicas breves, efectos puntuales y cortes de voz que acompañan sin saturar. El sonido es limpio como marca de la casa, aunque en este episodio han tenido que cambiar de estudio por reformas, algo sobre lo que también bromean.
“Estamos en un estudio diferente… porque están haciendo reformas. Pero no había nadie trabajando. ¡Claro, que no son horas!”
El estilo recuerda por momentos al de los podcasts independientes, informales y ligeramente caóticos, no obstante coherente dentro de su propio tono.
¿A quién va dirigido?
El oyente ideal no tiene que ser necesariamente joven, aunque debe estar dispuesto a entrar en un código moderno, con referencias culturales recientes (apps, redes, televisión popular) y con una dosis alta de humor. No es un programa informativo ni divulgativo. Tampoco lo finge, y eso está bien. Pero a cambio ofrece compañía amable, voz reconocible y humor cotidiano.
Lo bueno, lo mejorable y lo que se queda
Como punto fuerte, destacaría que no pretende ser más de lo que es, y eso, en la radio pública, no es poco. No busca “quedar bien”. Simplemente, funciona como un espacio en el que el humor, la participación y la improvisación se combinan sin presión.
Como aspecto mejorable, quizá el de establecer un poco más de orden interno, sobre todo para oyentes nuevos que pueden no saber cuándo empieza o acaba una sección. También hay algunos momentos de ruido de grupo en los que cuesta saber quién habla.
Ahora bien, si uno entra en el juego y deja que las voces te acompañen, como quien se queda en una sobremesa larga con amigos que se pisan, pero se entienden, el programa cumple con creces.
“Podría ser peor. Hay gente que ha durado menos, como el local ese que abrió dos días.”
¿Lo recomendaría?
Sí, especialmente para quienes escuchan la radio de madrugada y buscan algo distinto a las fórmulas habituales. Si uno acepta la informalidad como parte de la propuesta, y disfruta con los programas donde los silencios no están medidos al milímetro y donde el humor puede brotar de una anécdota sobre gazpacho o una llamada desde Calatayud, entonces este programa merece una escucha.
No cambiará el rumbo de la radio española, pero desde luego, como ellos mismos dicen, podría ser mucho peor.
Javier el Busto (jelbusto@radioyentes.com)
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