miércoles, 17 de septiembre de 2025

‘El último tren’ de Isabel Gemio en RNE

La parrilla nocturna de Radio Nacional de España (RNE), a partir de las 23:30 horas, esta nueva temporada 25-26, nos ofrece ‘El último tren’, un magazine presentado por Isabel Gemio que busca ser un refugio de calma y conversación en las últimas horas del día. Tras escuchar su primera emisión, merece la pena detenerse en algunas de sus claves.

La conducción: el regreso de una voz veterana.

Isabel Gemio regresa a la radio tras varios años de ausencia, y lo hace con la soltura de quien se sube a una bicicleta. Su tono es cercano, íntimo y matizado, perfecto para la franja horaria en la que se emite. Transmite una calma que invita a quedarse escuchando. Su dicción es clara y pausada, sin perder un ápice de naturalidad.

Se nota la experiencia de una carrera radiofónica que comenzó siendo muy joven en emisoras como Radio Extremadura o Ràdio Barcelona. No da la sensación de leer un guion; conversa con el micrófono, y ese es su mayor acierto. En el primer programa, su emoción por el reencuentro era palpable. “Aquí estoy, más mayor, con el corazón más roto, pero con la ilusión intacta”, confesaba, estableciendo de inmediato una conexión de honestidad con el auditorio.

Un viaje en vagones temáticos

La estructura del programa es flexible, como un tren que puede hacer paradas inesperadas pero sin perder nunca su rumbo. Isabel actúa como maestra de ceremonias, presentando a sus colaboradores y guiando las transiciones con suavidad. El programa se articula en tres bloques horarios.

La introducción es potente, con una cuidadosa selección musical (como la chirigota ‘Para, para’ del grupo Desobedece) que marca el tono desenfadado y emotivo. El cierre es igualmente reflexivo, siempre agradeciendo la compañía del oyente. Las secciones no están rígidamente delimitadas, sino que fluyen en una conversación orgánica, lo que puede resultar caótico para quien busque un formato ultra-estructurado, pero encaja perfectamente con el espíritu nocturno que pretende crear.

Temática y profundidad: de las emociones a la ciencia

Isabel Gemio ha cumplido lo que prometió: apartarse del ruido político y centrarse en historias y personas. Y lo cierto es que el programa transita con soltura por territorios tan distintos como la psicología, la ciencia, la cultura o el humor. Aunque alguna de las llamadas que se les han colado intentaba lo contrario.

Uno de los primeros invitados es la psicóloga clínica Inma Puig, que habla de su libro La revolución emocional. Lejos de los tópicos, su intervención ofrece reflexiones profundas y al mismo tiempo accesibles. Defiende la importancia de la sensibilidad en una sociedad que a menudo premia la fuerza. “Solo el sensible es confiable. El pasado ha sido de los fuertes físicamente. El futuro es de los sensibles”.

Ese mismo afán por explicar con claridad también se aprecia en la vertiente científica del programa. El biólogo Ricardo Moure consigue acercar cuestiones complejas a los oyentes al analizar por qué aún no existe una vacuna definitiva contra el VIH. Además de desmontar bulos, pone el acento en los avances recientes, como el fármaco Lenacapavir, del que destaca: “Se pincha solamente cada seis meses… eso supone que la ‘adherencia’ es brutal para personas en riesgo de exclusión”.

El terreno cultural y social encuentra su espacio con el periodista Oriol Rosell, que en su libro Matar al papito examina el fenómeno del reguetón. Con una mirada sociológica y generacional, Rosell explica por qué este género conecta con los jóvenes, mientras a sus padres les resulta tan ajeno, abriendo un debate intergeneracional en torno a la música urbana.

El contrapunto lo aporta el humor de Valeria Ros con su análisis de la actualidad en tono ácido y personal, cargado de ironía. Desde modas como el staycation —esas vacaciones sin salir de casa— hasta el repaso irónico a costumbres veraniegas, Ros aporta frescura y hace que el oyente termine el trayecto con una sonrisa.

Así, El último tren se perfila como un programa donde la reflexión convive con la divulgación, la cultura se cruza con el entretenimiento y el humor equilibra los temas más serios. Un espacio que demuestra que la radio todavía tiene la capacidad de sorprendernos cuando se pone al servicio de las historias y de las personas.

La profundidad varía según el invitado, pero su conductora siempre intenta guiar la conversación hacia lo humano, preguntando por las implicaciones emocionales o sociales de cada asunto. No es un programa de entrevistas técnicas, sino de ideas con rostro.

Producción sonora: alta calidad con sello RNE

Como es habitual en RNE, la calidad de audio es impecable. La voz de su presentadora se escucha nítida y con una calidez que aprovecha el rango dinámico del medio. El uso de la música no es un mero elemento de relleno, sino una parte narrativa más. Desde el tema de cabecera hasta las canciones elegidas por cada colaborador para definirse.

Los efectos de sonido son mínimos y discretos, priorizando la conversación. La ambientación se logra con el tono de voz y la música, creando ese espacio íntimo que busca el programa.

Audiencia objetiva: adultos que buscan sustancia y compañía

El espacio está dirigido a un público adulto, probablemente por encima de los 40 años, que valora la profundidad por encima de la velocidad. Es para oyentes que buscan algo más que entretenimiento; buscan comprensión, reflexión y esa sensación de comunidad que da escuchar a alguien hablar de temas relevantes con calma a altas horas de la noche. Se adapta perfectamente a este target, ofreciéndoles un contenido a su medida, lejos del sensacionalismo y la inmediatez agresiva.

Valoración general: un refugio para incondicionales en la noche radiofónica

Entre los puntos fuertes del espacio destacar la variedad temática bien dosificada, capaz de mantener el interés sin perder coherencia. La cuidada producción sonora refuerza ese tono íntimo y calmado que encaja a la perfección con la franja horaria en la que se emite, mientras que el respaldo de un equipo de colaboradores de primer nivel asegura rigor y frescura en cada intervención.

No obstante, la estructura, tan fluida y abierta, puede desconcertar a algunos oyentes acostumbrados a programas con secciones muy delimitadas. Además, en ciertas ocasiones, los saltos de un tema a otro —por ejemplo, pasar de la psicología al humor— resultan algo bruscos y rompen el ritmo de escucha. Son detalles menores, pero conviene señalarlos para comprender mejor la personalidad del programa.

¿Lo recomendaría? Especialmente para los incondicionales de Isabel, a quienes les ofrece este viaje nocturno al que —mucho nos tememos— no todo el mundo estará dispuesto a subirse.

Escúchalo en RNE

Imágenes generadas con tecnología DALL·E 3 por el generador de imágenes de Bing

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