La voz de Sierra es cálida y próxima. Alterna un tono conversacional con un ritmo ágil que mantiene la atención, incluso en horarios nocturnos. No fuerza el discurso técnico, sino que introduce los temas con naturalidad y se permite momentos de complicidad con los colaboradores. Este equilibrio entre profesionalismo y frescura es clave para que la audiencia, aunque no sea experta en tecnología, se sienta incluida en la conversación.
El episodio que nos sirve de base para esta reseña comienza con un repaso a la actualidad tecnológica y pronto se adentra en su bloque central: la entrevista a Carlos Gómez, que analiza el auge de la ciberseguridad como profesión de futuro. En sus palabras, “lo que ha quedado completamente evidenciado es que la concienciación, ya no solamente de los grandes empresarios, sino de la gente de a pie, es una realidad”. Con esa frase, resume cómo los ciberataques han dejado de ser algo lejano para convertirse en una preocupación cotidiana.
A partir de ahí, el programa se despliega en varias secciones que funcionan como piezas de un mosaico. Álvaro Ibáñez explica la importancia de los microsatélites para vigilar la Tierra y recuerda que un satélite español alcanza “una resolución de 75 centímetros por píxel, es decir, puedes ver prácticamente una persona tumbada o las sombrillas de una playa”. La precisión de la imagen subraya el papel estratégico de estas tecnologías en la prevención de incendios o en la gestión agrícola.
En un tono más cotidiano, Carol Denia presenta gadgets para la vuelta al cole, mientras que Gisela Baños rescata a los españoles que descubrieron elementos químicos fundamentales para la ciencia moderna. La mezcla de presente tecnológico e historia científica le da al programa una amplitud que va más allá de la simple actualidad.
Otras secciones añaden un aire creativo. Por ejemplo, en Cables distópicos, la narración plantea un futuro en el que “pienso ‘buenos días’ y tu familia lo recibirá con tu tono, tu sonrisa, incluso con ese aroma a café recién hecho”. Esta breve pieza de ficción especulativa rompe con el tono divulgativo y abre un espacio a la imaginación, mostrando que la tecnología también se puede pensar desde lo narrativo. Por su parte, el Diccionario tecnológico inaugura la temporada con la definición de inteligencia artificial, en un esfuerzo por aclarar términos que a menudo se repiten sin explicación en los medios.
El cierre lo aporta Jon Fernández con la recomendación de un videojuego español, y finalmente David Sierra despide con la cercanía habitual, recordando la cita semanal. Así, la emisión mantiene una continuidad clara: empieza con noticias, se sumerge en un tema central, se abre a las colaboraciones y finaliza con un guiño cultural y lúdico.
La selección de argumentos equilibra la actualidad, entrevistas de fondo y divulgación. Aunque no profundiza al nivel de un espacio especializado, sí cumple con el objetivo de alfabetización digital, haciéndolo accesible a oyentes de perfiles diversos. En cuanto a la producción, el audio es limpio y bien equilibrado, con transiciones musicales y efectos discretos. La ambientación de Cables distópicos aporta un toque creativo, mientras que las entrevistas mantienen un tono claro y cercano.
El público al que se dirige es generalista: personas interesadas en estar al día de la tecnología sin necesidad de conocimientos previos. Su variedad temática hace que también resulte atractivo para quienes buscan un magazine nocturno que combine información y entretenimiento.
Las fortalezas del espacio son evidentes: un estilo accesible, colaboradores especializados y una estructura variada que equilibra actualidad y divulgación. Como posible debilidad, la dispersión, ya que en pocos minutos se pasa de Apple a la química del siglo XVIII. Pero esa misma diversidad también le otorga dinamismo.
En semanas previas, el programa había tratado asuntos tan diversos como la brecha digital con la Fundación Cibervoluntarios, los gemelos digitales o la historia de la consola Atari. La línea común es clara: combinar lo más novedoso con guiños al pasado y miradas al futuro.
En definitiva, estamos ante un programa que es un ejemplo de cómo la radio pública puede acercar la tecnología al gran público sin caer en la jerga ni en el elitismo. Un espacio recomendable para quienes quieran aprender, entretenerse y descubrir que la tecnología no solo está en los laboratorios, sino también en la vida diaria.
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