Estamos ante una producción que cuenta con la producción ejecutiva de Jesús Blanquino, el diseño sonoro de Nico Solís, la coordinación de Xavier Martínez, y la edición y producción de Chevi Dorado.
La dinámica entre ambos se apoya en un diálogo fluido. Chicot conduce con un tono sobrio y claro, sin excesos dramatizadores, lo que facilita la escucha. Garrido, por su parte, aporta conocimiento especializado con un estilo calmado y didáctico. Su dicción es precisa y el ritmo, aunque pausado, mantiene la atención. No buscan el efectismo, sino la claridad, como se demuestra en frases como “Una bomba tiene cosas de un asesino en serie, pero también de un asesino múltiple de un solo acto”.
El capítulo sobre Ted Kaczynski está bien organizado: una introducción contextualiza al oyente sobre quién fue el Unabomber, a lo que sigue un extenso diálogo que alterna datos biográficos, explicaciones psicológicas y análisis criminológico. La conversación se articula en bloques reconocibles: infancia, etapa universitaria, aislamiento, modus operandi, motivaciones y captura. El cierre conecta con una reflexión sobre los vínculos afectivos y la importancia de comprender cómo el vacío personal puede derivar en violencia. Todo ello a lo largo de casi 60 minutos, en un producto coherente y sin rellenos.
El tema elegido para abrir la serie no puede ser más representativo. Unabomber sigue siendo uno de los criminales más singulares del siglo XX. La profundidad se nota en los matices. Garrido aclara que no basta con señalar su odio a la tecnología, sino que hay que entenderlo como un hombre marcado por heridas personales. “Cuando se retira a la cabaña, lo que tenemos es un hombre profundamente herido en varios sentidos”
El podcast no se limita a relatar crímenes; explora motivaciones, contradicciones y repercusiones sociales, lo que lo diferencia de otros programas de crónica negra.
El audio es nítido, con voces bien ecualizadas y sin ruidos. Los efectos musicales se utilizan de manera discreta, casi como un colchón ambiental que refuerza momentos clave. Sin dramatizaciones artificiales, la edición mantiene un ritmo cuidado.
Este podcast diría que se dirige a oyentes interesados en criminología, psicología criminal y relatos sobre crímenes reales que van más allá del morbo. Se adapta bien a un público que busca contexto, explicaciones y reflexión antes que un simple relato de asesinatos. La presencia de Garrido asegura que el enfoque no sea meramente periodístico, sino también académico, pero con un lenguaje accesible.
Entre las fortalezas destaca la claridad expositiva de Garrido, la sobriedad narrativa de Chicot y la capacidad del programa para equilibrar rigor y divulgación. Como punto quizás menos favorable, puede que la densidad del relato resulte exigente para oyentes que buscan un formato más ligero o dramatizado.
Recomendaría este podcast a quienes disfrutan de este género, pero con el valor añadido de contar con un criminólogo que aporta contexto científico y crítico. El oyente siente que aprende mientras escucha, algo que refuerza el interés.
Como oyente, la experiencia es envolvente: uno se adentra en la mente de Kaczynski, entiende sus contradicciones y, al mismo tiempo, recibe claves para pensar sobre otros casos. El propio Garrido lo resume en una frase que bien podría ser la esencia del podcast: “Toda persona necesita unos vínculos afectivos sólidos para desarrollar una personalidad madura y estable”
Además del dedicado a Unabomber, la serie ha abordado a figuras como Jorge Ignacio Calvo o Dominique Pelicot, explorando motivaciones y patrones criminales desde diferentes contextos.
Esta variedad de casos refuerza la vocación del programa: mostrar cómo detrás de cada asesinato hay una historia, una motivación y un perfil que merece ser comprendido para entender mejor la complejidad del crimen.
Imágenes generadas con tecnología DALL·E 3 por el generador de imágenes de Bing
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