miércoles, 8 de octubre de 2025

Punto de fuga: educación y memoria desde Palestina hasta Marruecos

El espacio Punto de fuga, emitido por Cadena SER y dirigido por Pablo Morán, se ha consolidado como una cita con las realidades invisibilizadas. En el capítulo que analizamos, titulado “Vuelta al cole en Palestina”, el programa se adentra en las dificultades del derecho a la educación en contextos de conflicto y catástrofe, uniendo en un mismo relato las voces palestinas y marroquíes.

La conducción de Pablo mantiene un tono cercano y sobrio. Su dicción es clara y el ritmo, pausado, permite asimilar datos y testimonios de gran carga informativa. La conversación con enviados y expertos fluye con naturalidad. Al recibir a la reportera en Jerusalén, abre con una fórmula sencilla y directa. “Hola Nuria, ¿cómo estás? ¿Qué tal Pablo?”. Ese intercambio refleja naturalidad y una relación de confianza que se traslada al oyente.

El presentador no busca protagonismo, sino dar espacio a la voz de los entrevistados. Ese estilo refuerza el carácter periodístico y humanitario del programa.

El episodio arranca con un breve editorial que sitúa al oyente: primero en Palestina, luego en Marruecos. El orden es lógico, con un paso de lo urgente —la vuelta a las aulas en territorios ocupados— hacia lo estructural —el balance del terremoto dos años después—.

Cada bloque está bien definido: la crónica de Nuria Garrido desde un campo de refugiados, el análisis con Lucía Rodríguez de la ONG Entre culturas, el reporte de Marc Ferrá desde Rabat y, finalmente, la explicación académica de Alfonso Casani. El cierre retoma la identidad del programa, recordando horarios y plataformas.

La duración, unos 29 minutos, se ajusta al formato: suficiente para profundizar sin perder la atención del oyente.

El tema central —la educación en Palestina— se aborda con testimonios directos: “Lo primero que han hecho ha sido recrear lo que escuchan y lo que ven... ese pum pum pum de los disparos, pues es muy elocuente”, describe la reportera al observar a los niños jugando a imitar redadas.

La inclusión de la campaña “La silla roja” amplía el foco hacia la situación global: “Hay 272 millones de niños y niñas en todo el mundo que hoy están sin escolarizar”, recordaba Lucía Rodríguez. Así, el capítulo no se queda en la denuncia local, sino que conecta con un panorama internacional de desigualdad educativa.

La segunda parte del programa, dedicada a Marruecos, aporta memoria y contexto político. Testimonios de víctimas y el análisis académico permiten entender tanto la dimensión humana como las tensiones sociales y monárquicas.

El montaje sonoro es sobrio y funcional. La calidad del audio es buena, lo que favorece la escucha sin distracciones. Los cortes de archivo y las declaraciones de afectados aportan realismo, sin abuso de música ni efectos.

El programa se dirige a oyentes interesados en la actualidad internacional, la justicia social y los derechos humanos. No es un contenido de consumo masivo, sino para quienes buscan comprender más allá de la inmediatez noticiosa. La propuesta conecta bien con ese público al ofrecer información rigurosa, voces sobre el terreno y análisis contextual.

Entre las fortalezas destacan la claridad estructural, la riqueza de testimonios y la coherencia del enfoque humanitario. Como posible debilidad, la sobriedad puede resultar demasiado seria para oyentes que prefieren formatos más ágiles o con mayor dinamismo sonoro.

Desde el punto de vista de un oyente, el capítulo logra generar cercanía con historias concretas y a la vez ofrece perspectiva internacional. La sensación final es la de haber escuchado una crónica imprescindible, que conecta lo inmediato con lo estructural.

La línea editorial de Punto de fuga se mantiene coherente en otros episodios que abordan cuestiones como “La Familia, el fundamentalismo más influyente en USA”, “Srebrenica, 30 años” o “El negocio de las armas ‘made in Israel’ en España”. Todos ellos, reflejan la voluntad de iluminar conflictos y realidades que rara vez ocupan la primera plana.

Para acabar, decir que este capítulo de Punto de fuga confirma el estilo del programa: dar voz a quienes no la tienen y contextualizar lo que sucede lejos de los titulares. Una producción sobria, bien estructurada y con la vocación clara de recordar que, se trata de no vivir de espaldas al mundo.

Escúchalo en La SER.

Imágenes generadas con tecnología DALL·E 3 por el generador de imágenes de Bing

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