La voz principal es la de Gorka Rodríguez, que apuesta por un tono cercano y espontáneo. Desde el inicio marca su estilo confesando: “Reconozco que no he escrito nada… he decidido ir diciendo lo que me vaya saliendo”. Esa naturalidad se combina con un ritmo ágil y una actitud abierta al error: cuando se equivoca en directo, lo convierte en parte del juego.
El equipo que le acompaña —Laura Odene, Miguel Camaño, Daniel Riobó, Marta Lloret, Carlos Real, entre otros— aporta dinamismo y cercanía. Se nota complicidad entre ellos y un tono fresco, aunque a veces el entusiasmo genera cierto descontrol en la mesa. La segunda hora suma la presencia de Leonor Lavado, Tatiana Muñoz y Toni Moret, que refuerzan la faceta humorística y callejera con imitaciones y encuestas al público.
El programa se divide en la edición que hemos analizado, en dos tramos bien diferenciados. De 4:00 a 5:00: secciones de presentación, entrevistas ligeras y cultura pop. En el episodio analizado, Jorge Plané repasó las canciones del verano y compartió anécdotas de artistas como David Bisbal.
De 5:00 a 6:00: la llamada Tertulia despierta, con imitaciones de personajes, tendencias en redes y participación de la audiencia a través de notas de voz de WhatsApp.
La estructura es clara: arranque enérgico, núcleo temático variado y cierre participativo. La duración de dos horas parece adecuada, aunque la abundancia de colaboradores puede dispersar la atención.
Los temas son reconocibles para un público amplio: la canción del verano, MasterChef Celebrity, el síndrome posvacacional, los idilios en el trabajo. No buscan profundidad, sino entretenimiento inmediato y conversación ligera. Ejemplos como el reto en la calle de Toni Moret para encontrar a alguien sin depresión posvacacional, o las imitaciones de Rosario Flores o Yolanda Díaz por parte de Leonor Lavado, muestran la intención de generar sonrisas más que análisis sesudos.
El sonido es limpio y cuidado, propio de una emisora pública. Se utilizan ráfagas musicales para marcar secciones, sintonías reconocibles y algún que otro efecto cómico. En la primera hora, se escucharon fragmentos de Bad Bunny, Ed Sheeran o Taylor Swift como apoyo al repaso musical. La mezcla de voces en estudio es clara, aunque la simultaneidad de intervenciones puede saturar al oyente en ciertos momentos.
“El despertador” parece diseñado para un oyente variado: desde profesionales de turno de noche hasta madrugadores que buscan compañía. El tono juvenil de algunos apartados y el uso de anglicismos apuntan a un público joven, mientras que las anécdotas sobre artistas veteranos o programas clásicos amplían el alcance generacional.
Como propuesta de madrugada, sus fortalezas son la energía del equipo, la cercanía del presentador y la variedad de voces y temas. Entre sus debilidades: cierta dispersión en el ritmo, riesgo de exceso de colaboradores y momentos en los que la improvisación resta claridad.
Desde el punto de vista del oyente, el programa transmite la sensación de estar en una reunión de amigos que charlan sin guion, lo que puede resultar atractivo para quien busca compañía, aunque menos para quien espera un esquema más ordenado.
“El despertador” es recomendable para quienes quieren despertar con humor, música y un tono distendido, más que con información dura. A los oyentes clásicos de RNE seguramente les desconcertará. Pero a quien valore la frescura por encima de la sobriedad, encontrará aquí una buena compañía en la madrugada.
Imágenes generadas con tecnología DALL·E 3 por el generador de imágenes de Bing